OAFI Foundation | Fundación Internacional de La Artrosis

Tratamientos

El desarrollo de la artrosis está vinculado a dos tipos de factores: unos que no podemos modificar por ser genéticos (edad, sexo, raza) y otros en los que sí que podemos actuar, como pueden ser: hábitos de vida, (obesidad, tipo de trabajo, actividad deportiva), alteraciones de la alineación articular, traumatismos previos articulares y cirugías entre otros.

El objetivo principal del tratamiento de la artrosis es reducir el dolor, la inflamación y la discapacidad, retardando el desgaste del cartílago y la progresión de la enfermedad. El tratamiento puede afrontarse desde la prevención, con medidas no farmacológicas, y también con medidas farmacológicas, quirúrgicas y rehabilitadoras.

No hay que olvidar que para tratar la artrosis es preciso individualizar el tratamiento en relación a los factores de riesgo, teniendo en cuenta el grado de dolor, la inflamación, discapacidad y lesión articular. Finalmente debe resaltarse que el tratamiento ha de ser multidisciplinar, implicando a médicos de familia, reumatólogos, especialistas rehabilitadores, farmacéuticos, terapeutas ocupacionales, enfermeros y fisioterapeutas.

Medidas preventivas y tratamientos no farmacológicos

Forman parte fundamental del tratamiento de la artrosis y van a influir positivamente en la evolución de la misma.
El tratamiento no farmacológico incluye:

  • 1. Educación sanitaria: La información es la clave.

    Un/a paciente informado/a es una persona que se encuentra mejor y es más autónoma. Conocer la enfermedad te ayudará a saber qué hacer para prevenirla y a mejorar tu calidad de vida si convives con ella. Como paciente, debes conocer y asumir esta enfermedad crónica con autorresponsabilidad: saber cuál es motivo de tu dolencia, qué hacer para aliviar el dolor y la movilidad etc.

  • 2. Alimentación saludable y equilibrada: ¡Cuida tu peso!

    La obesidad es uno de los factores que influye en la aparición de la artrosis. Son numerosos los estudios que demuestran que la pérdida de peso alivia la sobrecarga de las articulaciones y, por lo tanto, se frena el desarrollo de la artrosis. Es altamente recomendable controlar el índice de masa corporal y realizar una dieta equilibrada que nos permita mantener una buena salud articular. Asimismo, algún dato sugiere que el consumo de vitaminas C (cítricos, pimiento, brócoli), D (pescados, lácteos, huevos) y E (frutos secos, orégano y albahaca, aguacates) podrían ser beneficiosas en la artrosis, a pesar de que es un tema controvertido porque no existen suficientes evidencias científicas que lo concluyan. No obstante, es recomendable mantener unos niveles normales de ellas en nuestro organismo. Por otro lado, existe evidencia de que la dieta mediterránea, basada en el uso de aceite de oliva virgen, disminuye la inflamación causada por la artrosis de rodilla.
    Si quieres saber más sobre los beneficios de la dieta mediterránea, y cómo la alimentación puede frenar el doler e la inflamación de la artrosis, OAFI pone a tu disposición un servicio de nutrición a cargo de la Dra. Laura Arranz clicando aquí.

  • 3. Ejercicio físico: Practica deporte, pero con moderación.

    Hacer ejercicio suave o moderado es bueno para las articulaciones. Es importante que realices cargas de entrenamiento adecuadas a tu condición física y de acuerdo a los consejos de un/a especialista. Asimismo, para tener una buena salud articular es básico respetar los ejercicios de calentamiento y vuelta a la calma al practicar cualquier actividad física. También hay que tener en cuenta que aquellos ejercicios en los que no se somete a la articulación a mucha presión como son: caminar, ir en bicicleta o nadar, son más recomendables que los considerados como deportes de impacto: baloncesto, fútbol y atletismo, entre otros.
    Por lo general, la alternancia de ejercicio moderado al menos durante 30 minutos, 5 días a la semana, o bien realizar ejercicio intenso un mínimo de 20 minutos, 3 días por semana con descansos, puede resultar orientativa.

  • 4. Descarga articular: Descansa y reposa las articulaciones.

    El reposo es un factor clave en el control del dolor de los brotes inflamatorios que tiene la artrosis. Si sientes dolor, descansa tus articulaciones y estarás cuidando de tu salud articular.
    El uso de bastones puede ayudar a evitar la sobrecarga de la rodilla y/o cadera.
    Por otro lado, es importante poner atención al calzado que utilizas. Un zapato con un tacón alto no amortigua correctamente la pisada y tiene poca absorción de impacto al caminar. Es preferible que utilices un calzado de suela gruesa y más bien plano, que estabilice tus pasos. La suela se recomienda que sea de goma ya que se evitan traumatismos o caídas por falta de agarre por los deslizamientos que provocan otros materiales menos adherentes. El uso de plantillas puede ayudar a reducir el dolor.

  • 5. Normas posturales:

    Se recomienda evitar las cargas pesadas y los movimientos repetitivos de las articulaciones. Determinadas profesiones predisponen a la aparición de la artrosis. Por ejemplo, en 1952 se demostró que la prevalencia de artrosis de rodilla era casi seis veces mayor en los mineros. Del mismo modo, los profesionales que utilizan mucho las manos también presentaron mayor frecuencia de la dolencia en esta localización.
    Asimismo, estar de pie sin descansar por un espacio prolongado de tiempo y caminar por terrenos irregulares es desaconsejable.

  • 6. Otras medidas:

    Para pacientes con artrosis de rodilla podemos aconsejar la aplicación de masaje con bolsa de hielo, realizando sesiones de menos de 20 minutos, 5 días a la semana, durante 2 semanas, mientras que para la artrosis de mano, los/as pacientes encuentran alivio con los baños de agua caliente o de parafina.
    La hidroterapia puede resultar eficaz en ciertos casos. La estancia en balnearios con aguas termales es considerada como beneficiosa por muchos artrósicos. Probablemente no solo obedece al efecto terapéutico de las aguas, sino que produce una buena respuesta física y sobre todo emocional.

Tratamientos farmacológicos

Los fármacos usados en artrosis incluyen analgésicos, opioides menores y mayores, antiinflamatorios no esteroideos (AINE), tratamientos tópicos, intraarticulares, y fármacos condroprotectores con efecto SYSADOA (sintomático de acción lenta) y DMOAD (modificadores del curso de la enfermedad).

El uso de los diferentes fármacos dependerá de la intensidad y localización de la artrosis así como, de las características del paciente: edad, comorbilidad, posibles interacciones, grado de discapacidad, y la presencia o no de sinovitis.

Este artículo es meramente informativo, por lo que debe consultar siempre con su médico.

  • 1. Analgésicos

    Como por ejemplo el paracetamol, que a pesar de no modificar el curso natural de la enfermedad, es utilizado en el tratamiento de la artrosis leve y se puede tomar a largo plazo. No obstante, hay que decir que recientemente han aparecido reconsideraciones tanto a nivel de eficacia como de seguridad.
    Están contraindicados en hepatopatía crónica y alcoholismo, y se debe de tener mucha precaución y limitar la dosis y la duración del tratamiento en pacientes asmáticos, con alteraciones renales, enolismo, afectación hepática no crónica y en pacientes con riesgo gastrointestinal y cardiovascular.

  • Opioides

    La codeína, tramadol y dextropropoxifeno son opioides menores mientras que el fentanilo, la oxicodona, el tapentadol y la morfina son opioides fuertes que se utilizan cuando no hay respuesta a los fármacos anteriores.
    Los opioides pueden provocar adicción y además presentan efectos secundarios frecuentes, muy molestos y a veces peligrosos (náuseas, vómitos, estreñimiento, somnolencia), por ello, se considera su uso únicamente cuando existe contraindicación o ineficacia con el uso de paracetamol o AINE.

  • Antiinflamatorios no esteroideos (AINE)

    Los más conocidos son el ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco y celecoxib. Se utilizan comúnmente para el tratamiento de la artrosis debido a su efecto analgésico, antipirético y propiedades antiinflamatorias, aunque no modifican el curso natural de la enfermedad.
    Estarían contraindicados en pacientes con: alteraciones hepáticas, renales, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, isquemia coronaria/infarto de miocardio e ictus, debido a sus efectos adversos. Por ello, se deben utilizar durante el menor tiempo posible, con la dosis más baja efectiva y de forma individualizada de forma que suponga el menor riesgo cardiovascular y/o gastrointestinal al paciente.

  • Fármacos condroprotectores con efecto SYSADOA y DMOAD

    Es un tratamiento sintomático lento de la artrosis que influye sobre el curso de la enfermedad retrasándola. Consiste en: condroitín sulfato y su combinación o asociación con clorhidrato de glucosamina. Son fármacos altamente seguros, especialmente indicados en pacientes con comorbilidades.
    Los datos de eficacia y seguridad se basan en estudios y ensayos clínicos realizados con condroitín sulfato y glucosamina de calidad farmacéutica, que no debemos confundir con preparados dietéticos comercializados en Estados Unidos o Reino Unido (nutracéuticos), no aprobados por la FDA (Food and Drug Administration de los EEUU) y que no cumplen con las exigencias de calidad de la EMA (European Medicines Agency de la UE).
    En España, estas sustancias están aprobadas como fármacos por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), no presentan efectos adversos por lo que se consideran apropiados para todo tipo de pacientes pues reducen la necesidad del uso de otros agentes más agresivos y con mayor riesgo.
    Además, en estudios recientes se ha observado la capacidad cardioprotectora de ambos fármacos, capaces de reducir la posibilidad de sufrir un ictus isquémico y un infarto agudo de miocardio en torno al 30%.

  • Tratamientos intraarticulares

    Por un lado, tenemos los corticosteroides intraarticulares, que se han utilizado durante décadas. El tratamiento consiste en una inyección de cortisona con un anestésico, lo que reduce la inflamación y proporciona un alivio del dolor a corto plazo. Por otro lado, está el ácido hialurónico intraarticular, que se utiliza en la práctica clínica para aliviar el dolor artrósico en pacientes que no responden a los AINE y para quien el reemplazo de la articulación no es una opción viable. Por último, se tiene el chitosan que ha demostrado ser eficaz en artrosis de rodilla avanzada.

  • Fármacos tópicos

    Los fármacos tópicos han demostrado su utilidad en la reducción de dolor en la articulación afectada con una menor posibilidad de efectos secundarios, limitados a leves reacciones locales.
    El diclofenaco tópico y la capsaicina han mostrado ser efectivo en pacientes con artrosis disminuyendo el dolor y mejorando la funcionalidad.
    Por otro lado, también esta utilizando el CBD para tratar los episodios de dolor crónico que produce la OA, pero necesitamos más evidencia científica para recomendarlo como tratamiento de la artrosis.

  • Medicina regenerativa

    La medicina regenerativa sigue dando pasos de gigante al rescate de los/as pacientes con artrosis y lo hace de la mano de las terapias avanzadas, medicamentos altamente innovadores que se basan en el uso de genes (terapia génica), células (terapia celular) o tejidos (ingeniería tisular) para prevenir o tratar diversas enfermedades, también las relacionadas con la reparación del cartílago articular.
    Por ejemplo, los exosomas son capaces de activar las células lesionadas y sus tejidos; además promueven la regeneración a través de sus contenidos bioactivos y moléculas funcionales. Por otro lado, el Plasma Rico en Plaquetas (PRP) ha demostrado ser eficaz en la regeneración de tejidos dañados asegurando la recuperación y presentando un alto grado de mejoría y satisfacción entre los/as pacientes. A pesar de los buenos resultados, todavía queda mucha investigación que realizar, pero podemos afirmar que la célula es un medicamento y una oportunidad terapéutica clave para los/as pacientes con artrosis.

tratamientos naturales

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