Artículo por cortesía del Dr. Francisco Castro-Domínguez, Jefe de Sección, Servicio de Reumatología, Centro Médico Teknon, Barcelona. Coordinador, Grupo de Trabajo SER en Artrosis, ARTROSER, Sociedad Española de Reumatología.
Introducción
En España, la artrosis afecta a unos 7 millones de personas y, según el estudio EPISER 2016, la prevalencia de artrosis en una o más localizaciones en población mayor de 40 años es del 29,35%, siendo la prevalencia de artrosis lumbar del 15,52%, de la artrosis de rodilla del 13,83%, de la artrosis cervical del 10,10%, de la artrosis de manos del 7,73% y de la artrosis de cadera del 5,13%.
Históricamente, la artrosis se había considerado como un simple proceso degenerativo o de desgaste de la articulación, concepto que aún sigue vigente en la sabiduría popular.
En los últimos años, nuevos avances en la comprensión de la enfermedad han puesto de manifiesto que el origen de la artrosis es mucho más y que lo que hoy se entiende por el término artrosis (en el mundo anglosajón se le llama osteoartritis a la misma enfermedad), es en realidad una enfermedad con muchos subtipos diferentes, que se inicia con una larga etapa preclínica (de hasta 20 años, sin síntomas) y de la cual su manifestación clínica final común es el dolor y la disfunción articular, que son los síntomas que lamentablemente están en boca de todas la personas que sufren esta enfermedad.
Las vías hasta esta etapa articular serán distintas en cada subtipo de paciente y los componentes patogénicos, y entre ellos la inflamación, se presentarán en diferentes grados según el subtipo, determinado por los factores de riesgo y momento evolutivo de la enfermedad.
Prevención
Se han identificado múltiples factores de riesgo para la artrosis, incluyéndose la lesión articular por micro-impacto (manejo de cargas de manera repetitiva) o alto impacto (traumatismos), la obesidad, la sarcopenia (pérdida de masa muscular), la genética, las alteraciones biomecánicas (forma y alineación articular), el sexo (afecta más a las mujeres) y el envejecimiento (afecta más a las personas de mayor edad). Algunos son modificables, como la obesidad, la sarcopenia y el trabajo con cargas manejadas de manera inadecuada y otros no, como el envejecimiento, el sexo o la genética.
La prevención de la artrosis consiste en aplicar las estrategias de tratamiento no farmacológico encaminadas a corregir los factores de riesgo modificables.
En general, se recomienda evitar el manejo de cargas de manera inadecuada, pérdida de peso en aquellas personas con sobrepeso u obesidad, ejercicio físico aeróbico diario, ejercicio para ganar masa muscular y una dieta y un estilo de vida saludable, pudiendo estos dos actuar condicionando la epigenética.
Diagnóstico precoz
En la artrosis se ven alterados todos los tejidos que la forman: el cartílago, el hueso subcondral, la membrana sinovial, la cápsula articular, los meniscos, las bursas, los ligamentos y los músculos. El origen y el orden en el que se producen estas alteraciones es distinto en cada paciente.
Los síntomas principales son el dolor y la limitación de la función articular. Pueden añadirse: rigidez, crepitación, tumefacción, restricción del arco de movimiento articular, inestabilidad articular o atrofia muscular según el caso.
El diagnóstico precoz es muy importante al ofrecer la posibilidad de poner en marcha estrategias no farmacológicas encaminadas a la eliminación de los factores de riesgo modificables, con el objetivo de favorecer el enlentecimiento de la progresión, prevenir la disfunción articular y permitiendo tratar de manera más sencilla y exitosa el dolor.
En el caso de sufrir alguno de estos síntomas, usted debe acudir a su reumatólogo para recibir una valoración clínica y, si procede, realizar las exploraciones complementarias que su reumatólogo considere oportunas en su caso concreto.
Artículo por cortesía del Dr. Francisco Castro-Domínguez, Jefe de Sección, Servicio de Reumatología, Centro Médico Teknon, Barcelona. Coordinador, Grupo de Trabajo SER en Artrosis, ARTROSER, Sociedad Española de Reumatología.
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