A la hora de escribir este artículo todavía estamos en plena pandemia del coronavirus, por lo que toca todavía extremar todas las medidas higiénicas de contagio, dar prioridad al tema sanitario, apoyando a todo el personal sanitario, con medios y protección adecuadas, habilitando zonas de apoyo entre muchas otras más acciones que se están realizando. Sinceramente deseo que la pandemia pase lo más rápido posible y con el menor coste de vidas y pacientes afectados. La breve reflexión que me gustaría hacer desde un punto de vista médico-sanitario, para el día después y en positivo es la siguiente:
Primero, tendríamos que agradecer a todo el personal sanitario (médicos, enfermería, farmacéuticos, auxiliares, limpieza, psicólogos entre muchos más) que desde los diferentes centros y niveles asistenciales han realizado un gran esfuerzo con medios muy limitados para atender esta enorme pandemia, en muchos casos con afectación personal, de la propia salud y de la vida familiar y social. Aunque este esfuerzo se ha realizado desde la vocación y el altruismo, se debería dar desde la Administración algún tipo de reconocimiento que podría consistir en un replanteamiento de las condiciones laborales y una mejora del sistema retributivo adaptándolo a las exigencias del siglo XXI y a los retos que los profesionales sanitarios tienen que atender diariamente. El reconocimiento social ya se tiene, pero hace falta que la Administración Sanitaria también plasme ese reconocimiento aportando aquellos recursos que el Sistema Nacional de Salud necesita. También me gustaría comentar el gran trabajo realizado por los farmacéuticos comunitarios a quienes también se les ha de apoyar, así como al personal que trabaja en las residencias sociosanitarias para personas mayores dependientes que también es de justicia tengan los recursos necesarios para poder realizar su trabajo de acuerdo con lo que se les exige.
Segundo, deberemos hacer frente a toda la cantidad de intervenciones y pruebas que se han pospuesto debido a la pandemia y tratar las consecuencias psicológicas que sobre los profesionales y la población habrá comportado la situación vivida.
Tercero, a nivel político, se debería apoyar el sistema sanitario público, que ha sido maltratado de forma injusta en estos últimos 20 años con recortes en los presupuestos del Estado y de los diferentes gobiernos regionales, con el consecuente efecto en los servicios sanitarios públicos. Dotando al sistema de un presupuesto económico que permita salir de la crisis sanitaria en positivo, mediante un gran pacto de Estado que nos asegure que nuestro sistema va a poder responder a los nuevos retos y a los que van a venir, aprendiendo de la experiencia vivida durante la Pandemia del Covid-19. No se pueden admitir recortes en nuestro sistema sanitario tal como hemos visto en estos últimos años y meses tal como se ha venido denunciando desde las diferentes sociedades científicas, colegios de médicos, de enfermería, de farmacéuticos.
Cuarto, la investigación se debe priorizar en general y sobre todo a nivel infeccioso, apoyando a las unidades infecciosas y epidemiológicas, potenciando la coordinación internacional. Es evidente que el porcentaje de PIB dedicado a I+D debería situarse a nivel de la media de los países de la Unión Europea.
Quinto, la investigación en nuevas terapias en general y antivíricas en particular (test diagnósticos, vacunas, nuevas moléculas antivirales, material de protección, entre otras) debe ser prioritaria y aquí valorar el papel clave del sector privado (farmacéutico, biotecnológico, etc.) en la I+D apoyándolo para no depender de terceros países, tal como en parte ha sucedido en esta crisis.
Sexto, el sistema productivo debe de estar alineado a las necesidades actuales y futuras para evitar situaciones de rotura de “stocks” o de falta de material.
Séptimo, el papel de los pacientes y de la población en general que se ha visto inmersa en esta crisis sanitaria ha sido y seguirá siendo fundamental. Los pacientes son el centro del sistema sanitario y deben estar implicados en todos los procesos sanitarios. La información y la corresponsabilidad de los pacientes son básicos para una buena sanidad. El papel de las fundaciones y/o asociaciones de pacientes es fundamental para ayudar a esta buena sanidad y para hacer el sistema sostenible. Tenemos la obligación de defender a grupos vulnerables de pacientes y por supuesto a nuestros mayores que han ayudado durante muchos años a tener un gran sistema sanitario.
Octavo, la aplicación del conocimiento debe pertenecer al mundo científico y hay que evitar las noticias falsas o “fake news”. Habría que hacer también un “mea culpa” desde el campo médico-científico por no haber previsto la pandemia a tiempo.
Noveno, debemos también ser conscientes del tema medioambiental; no podemos seguir degradando nuestro entorno y nuestra naturaleza dado que impacta de forma directa en el entorno social y sanitario; hay que tomar medidas urgentes al respecto. La contaminación medioambiental tiene un efecto directo en la salud de la población y en el aumento de determinadas patologías. Como siempre, la prevención y la promoción de la salud son las medidas más costo-efectivas en el mantenimiento de la salud. Como conclusión y una vez realizado el diagnóstico de la situación, es mandatorio que nuestros políticos y nuestras autoridades sanitarias tomen buena nota de lo sucedido y actúen de forma contundente aportando importantes recursos personales y económicos, gestionándolos de forma adecuada para fortalecer el Sistema Nacional de Salud y que este pueda hacer frente a las diferentes situaciones de crisis que sin duda podrán aparecer, pues la historia nos enseña que las epidemias grandes o pequeñas se van sucediendo periódicamente..
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